Excelente restaurante. Estuve hoy comiendo en compañía de mi familia y quedamos todos encantados. Gran comida y mejor servicio. El local es totalmente accesible para discapacitados. La comida es exquisita y los aliños notables. Desde los Langostinos crujientes hasta las Mini brochetas con dátiles, pasando por cualquiera de los platos de pasta o el Saltimboca de pollo. Y qué decir de los postres: todos los que pedimos estaban exquisitos (tarta de queso al caramelo, sorbete de mango, semifrío de cerezas negras y, sobre todo, el postre sugerencia del día). El pan con que acompañamos la comida era realmente bueno. Un lugar excelente donde pensamos repetir.
Una única queja: las sillas del comedor son demasiado bajas. Si mides más de 1,70 centímetros y, por lo tanto tienes las piernas largas, pasado un rato te sientes un poco encogido.
Dos sugerencias: incorporar a la carta postres para diabéticos (ya tienen productos sin gluten ni lactosa) y ampliar la variedad de vivos tintos gallegos en la carta.
La iniciativa de servir comidas me parece estupenda. Los precios son asequibles, croquetas a 7 euros, Chipirones a 7.50 por ejemplo. El único pero que pondré es que faltaba sal a la comida, pero va al gusto. Repetiría, ademas los dueños son muy agradables.
Buen lugar para cenar en general. Comida buena, destacando el sabor de los champiñones rellenos (aunque un pelín aceitosos) y la picaña con verduras y crema de castañas (muy original y rica). Quizás las mesas tipo "escritorio" y los manteles se quedan un poco atrás con la bonita decoración del resto del local y la buena presentación de los platos. Buena atención del personal y calidad precio medio-alto (45€ sin postres). Adjunto ticket para dos personas
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