Paramos a picar algo porque nos llamo la atención el local mientras paseábamos por Atocha. Recomiendo mucho los chipirones y la tarta de queso; las bravas eran más mediocres y, la ensaladilla rusa, de las peores que he probado. Relación calidad-precio bien
Todo un acierto !!! Fuimos el día del orgullo , al entrar estaba el sitio lleno y no se veía el comedor, pensábamos que no íbamos a cenar pero nos llevaron por un pasillo a través de la barra donde tienen los comedores interiores. A través de una puerta corredera de cristal todo insonorizado pudimos cenar muy tranquilos.
Pedimos un montón de cosas pero lo que más nos gustó fue los flamenquines de cecina que estaban súper jugosos y tuvimos que repetir, las croquetas son mini bombas que al morder te explotan en la boca y por supuesto los torreznos una maravilla. Lo único que no volvería a pedir el pulpo. Mucha patatas pocos trozos. De postre solo tienen dos pero mejor porque así pides uno de cada y disfrutas de ellos.
El trato fue una maravilla ya que estábamos solos teníamos a una camarera para nosotros (Pamela) que nos trato súper atenta y nos sirvió todo lo que le pedimos (que no fue poco) hasta que ya cerró la cocina.
Sin duda un descubrimiento donde volveremos seguro.
Cervecería al lado de la fuente de Cibeles, ideal de visitar después de disfrutar las vistas de la ciudad. Muy cerca también del parque del Retiro.
No se puede reservar en la terraza. Dentro tienen un comedor muy cómodo e, incluso, salones con cortina para más privacidad.
Comimos muy bien, lo mejor de todo el montado de chipirones, estaba buenísimo.
Los torreznos no tenían apenas grasa y las tortitas de camarones deliciosas.
Las patatas bravas estaban congeladas y la salsa no estaba muy buena, tenía sabor a tomate y a pimentón.
La tarta de queso es muy suave y con un sabor dulce.
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