Riquísimo todo, y lo de “caro” para nada si lo comparas con la calidad de la comida y de la atención. Se nota que es un negocio familiar y se aprecia en la calidad de la comida. Nosotras comimos las albóndigas y la berenjena, las albóndigas se deshacían en la boca, increíbles. Y de postre arroz con leche, dulce pero sin empalagar. Todo perfecto, 100% recomendable.
Al habla una celiaca: Bar Blanco ha sido una experiencia muy grata. Aunque se nos fue un poco de las manos a la hora de pedir, porque comimos muchísimo, quedamos encantados con los 5 platos que pedimos 😅 (un entrante, dos principales para compartir y dos postres). Se le preguntó a la camarera si era demasiada comida, todo sea dicho. Nos vería con buen buche y la verdad es que no sobró nada 😂. ¡Ojo! Los platos vienen con mucha cantidad. Pedimos la ensaladilla ‘no rusa’, las carrilladas (o carrilleras) con crema de boniato y el solomillo con setas. A destacar, y súper recomendable, pedir las carrilladas… Impresionante calidad y juego de sabores. De postre pedimos arroz con leche (muchísima cantidad!!) y el helado de queso asturiano con salsa de arándanos y mango. Una pena que no tenga foto de los postres. Todo buenísimo. El precio es elevado pero acorde a la calidad y a lo bueno que estaba todo. Quedamos encantados. El servicio y la atención de los camareros fue agradable.
Empezando por el vermut, con cuerpo pero suave, sin duda entra genial en un día caluroso de verano. Las croquetas de jamón tenían un sabor increíble y una textura ligera como una nube, casi costaba cogerlas con el tenedor. Los tomates de la huerta con cebolla tierna y piparra recuerdan a lo que estamos perdiendo por comprarlos en cualquier súper, éstos sabían a madurados al buen sol, al campo, a un buen tomate de tu pueblo.
Todo estaba riquísimo, con un personal amable y un ambiente con encanto.
Sin duda volveré.
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