Lugar de obligada visita en Zaragoza.
Comida muy elaborada con carta cerrada, hay que dejarse sorprender (para bien).
Todo estaba en su punto y explicaban los platos al servirlos.
Para cenar hay que ir con hambre, no son raciones enormes, pero sacan varias para compartir. Aún así las cantidades están bien estudiadas.
Muy buen servicio, amabilidad y simpatía en todo momento.
Para repetir, buen trabajo
Solo sirven un menú degustación de 5 platos y postre sin bebida incluida. El precio fue 32 euros. Todo estaba medido al detalle. Contraste de sabores y texturas servido por gente majísima. El ambiente era muy acogedor. Para recomendar y repetir sin duda!
Extraordinario descubrimiento. Fuimos dos parejas a cenar y disfrutamos muchísimo el menú que en este caso tenía muchos guiños de los 80, como el helado de dracula o petazetas en uno de sus platos. Cada plato tiene una fusión de textura y sabor perfecta, y el personal de sala te va contando el origen y sus ingredientes. Un local no muy grande, lo que hace que sea muy acogedor también. Cambian cada cierto tiempo el menú , así que habrá que probar el próximo .
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