Permitidme que le cambie el nombre a esta cafetería en la que ya había estado. La voy a rebautizar como GloriaVendita y os explico porque. Es una cafetería con horno propio, luminosa, muy bien ubicada y eso me había hecho elegirla en otras ocasiones pero lo que me ha enamorado hoy de este sitio ha sido la calidad humana de “Luci” de Albacete (perdona si he escuchado mal el nombre). Atiende junto a Víctor. He entrado a las 10:00 y había bastante gente pero los atendía con energía, agilidad, claridad a la hora de dirigirse a los clientes, montaba las bandejas, preparaba el café y la bollería que le pedían, cobraba… (vamos la típica profesional agradable que vale por dos). En medio de esta vorágine ha entrado en el local una señora de más de 85 años (calculo yo) y ha saludado a Luci diciéndole “buenos días! Que no me has dicho nada”. Luci en ese momento tenía cuatro personas esperando y le ha contestado con cariño diciéndole que si que la había visto. La señora de 85 ha venido a sentarse justo a mi lado, imaginad, con su pequeño bolso metido en el bracete, sus gafas oscuras y oliendo a esa colonia que se ponían nuestras abuelas. Entrañable! Pues bien, Luci ha terminado de atender y ha montado otra bandeja con un café con leche y un croissant, mantequilla y mermelada y ha salido de la barra a sentarse con la señora mayor le ha preparado el croissant, le ha triturado las pastillas que llevaba nuestra octogenaria y le ha dedicado diez minutos hablando de cosas del barrio que ella le preguntaba. Inmenso momento que me han regalado. Gracias a los profesionales que atendéis cara al público todos los días y muchas más gracias a los que además sabéis poner el corazón al mismo tiempo.