Encontramos este restaurante por casualidad y la verdad es que si volvemos por la zona, no dudaremos en volver. Nos gustó muchísimo el arroz meloso de secreto, estaba muy sabroso. Las patatas bravas súper ricas también. La patata rellena no nos gustó tanto, estaba fría y algo seca. El personal del restaurante muy amable, nos acogieron muy bien desde el primer momento. Calidad precio insuperable.

Casa Álvaro es un bar-restaurante "de pueblo" que cumple con muchos de los cánones propios en este tipo de establecimientos, pero con otros rasgos singulares dignos de todo elogio. Su horario de almuerzos-comidas-cenas, la apariencia exterior, la distribución típica de zona de barra y comedor interior, la clientela local... son características extrapolables a muchos locales de su estilo. Pero su propuesta gastronómica, la profesionalidad del servicio y cierto gusto por tener un salón "arregladito" son trazas que no todos se preocupan en transmitir en este tipo de restaurantes. Manolo se erige como la segunda generación en la gerencia de Casa Álvaro y ha sabido confeccionar una carta inacabable que consigue agradar a cualquier tipo de cliente. Múltiples tapas y raciones, ensaladas, un listado de arroces que quita el hipo, platos de pescado y carne... el comensal puede elegir entre infinidad de opciones. Nosotros optamos por raciones (tapas): presa iberica con soja y jengibre, bolitas de perdiz y sobrasada, alcachofa con langostinos, pulpo de roca, mini burguers de cordero, mollejas, rollitos de manitas de cerdo y postres variados. Todo excelentemente preparado, con el rasgo destacable que, a pesar de la contundencia de los enunciados, nada nos resultó especialmente pesado. Muy rico. Servicio muy profesional, cercano y eficaz y una RCCP digna de admirar. ¡Larga vida a este tipo de bares/restaurantes "de pueblo" que ponen todo su empeño en hacer bien las cosas!