Explicar lo que se experimenta en el restaurante Puri, sin faltar el respeto al resto de la hostelería de Cantabria, no es fácil. Trataré de ser lo más ecuánime posible para tratar de ser lo menos hiriente...
En este lugar, se viene a comer. Si vienes con poca hambre o en búsqueda de cocina sofisticada de esa que luce espectacular pero alimenta poco.... No pases por aquí.
Aquí la comida es bonita, buenísima, casera, bien servida y con el precio más adecuado de los alrededores.
Ser recibido por Mari Amor (hija de Puri, la fundadora) ya empieza siendo una travesía de emoción pantagruélica en la que te recita todas las maravillas que con todo mimo crea en su cocina, y cuando pasas a la acción cuchara en mano, esto ya se convierte en una absoluta bacanal cántabra.
Mención especial a las croquetas, codillo, cocido de alubias pintas, carrilleras...
Pero si tengo que morir comiendo algo en esta vida, que sea la ensaladilla rusa de Mari Amor.... seguro que iré directo al cielo.
42 años de historia, siempre lleno y nunca habiéndose ido nadie sin comer.... Algo debe estar haciendo bien esta familia.
Estuvimos celebrando nuestro aniversario y fue una estupenda elección. Nosotros que no somos de cenar mucho, con dos raciones, una botella de vino del terreno y un par de cervezas, no llegamos ni a los 30€. A la mañana siguiente también desayunamos ahí para probar los sobados, típico del terreno
Menú del día (sábado) por 17€ (o medio menú 13€) con gran variedad de platos a elegir de primeros y segundos. Comida casera y atención muy buena
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