Lugar pequeño con una terraza con vistas espectaculares. Comida exquisita y abundante. Las pochas y los pimientos rellenos deliciosos.
Es uno de los clásicos para comer o cenar en el pueblo. La carta no es muy variada, pero lo que hacen lo hacen bien.
Las vistas desde la terraza son muy bonitas, pero para conseguir cenar en el balcón conviene reservar primero.
Los viernes de verano suelen hacer una oferta de pincho-pote a última hora de la tarde. El bar suele llenarse en tales ocasiones. En cambio, por las tardes es el típico sitio tranquilo en que los locales se reúnen a echar la partida.
La comida y el atendimento estan muy bien.
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