No tenemos palabras para agradecer a la mujer que nos sentó en la mesa. Íbamos con perro,era hora punta y las calles a reventar. Nos dio mesa justo cuando recibimos una llamada y nos tuvimos que ir un momento. Al volver le volvimos a preguntar y a pesar de tener gente esperando nos sentó en la mesa que nos había dicho inicialmente.
La comida estaba buena, los camareros fueron muy amables y el servicio para la gente que había no se demoraba demasiado.
El camarero de la terraza muy agradable, las rabas muy ricas, las zamburiñas de sabor muy buenas, pero creo que de tamaño eran muy pequeñas (llevaba 10 el plato que está bastante bien), también pedimos el pulpo que estaba muy bueno, pero creo que un plato bastante escaso ya que había una pata únicamente y partida por la mitad..... El arroz a banda con trozos de calamar estaba exquisito. Pero sin duda la tarta de queso fue lo mejor del restaurante, casera y muy rica. Volvería siempre y cuando no me situen en la terraza ya que los coches pasaban muy cerca.
Todo estaba muy bueno, suerte que pillamos la temporada de setas por las croquetas. La atención excelente, los chicos súper atentos… en general, fue una experiencia que se repetirá sin duda😊
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