Nos encanta el Gastronauta. La atención, la música, el lugar y la comida. Lo mejor que hemos probado es la tarta de queso, la ensaladilla, los buñuelos de queso, el risotto, el provolone y el queso de cabra al horno. La calidad/precio es excelente. Siempre repetimos y lo recomendamos al 100%
No suelo reseñar en mi primera visita y menos aún si es en una cena a la que voy invitado por Yelp. No obstante, voy a hacer una excepción. He probado un menú lo suficientemente amplio como para hacerme una idea de cómo es la cocina.
Triana necesitaba un lugar así. Hay que tener valor para venirte a este barrio y abrir un bar de tapas gourmet con estilo marroquí. El aventurero tiene nombre y apellido, Ali Elkardoudi -que me perdone si lo he escrito mal-. Una aventura es la que te hace vivir con su cocina. Todo un viaje repleto de sabores y aromas que te transportan al placer más intrínseco de la gastronomía.
Se ubica en Esperanza de Triana, extinta Sánchez Arjona. Un local que durante muchos años fue regentado por chinos y que ahora ha recibido un toque absolutamente distinto. No soy muy partidario del nombre, Gastronauta. Pero bueno, eso es lo de menos. La decoración está muy currada. Me han gustado especialmente los cuadros artísticos con poesías modernas de temática gastronómica. Llama la atención y hace que apetezca entrar.
Una vez que estás dentro, notas el buen hacer del servicio. Un equipo de profesionales IMPECABLES. Hacía tiempo que no veía un servicio tan exquisito. Sirviendo por la derecha, cambiándote platos y sin apenas ser vistos. Elegantes y aplicados.
En la cocina, poco hay que decir. Mejor que lo pruebes. Es un sitio distinto, con una apuesta arriesgada. Ya se sabe, quien no arriesga, no gana. Ali ha ganado. Se nota su experiencia culinaria. Trata con mucho respeto la materia prima. Su origen marroquí está presente en gran parte del menú. Hasta un salmorejo lo hace especial con un crujiente de jamón y unas esferas de aceite de oliva. Salsas, especias exquisitas y una sal de Pedro Ximenez que quita el sentío. No podría decantarme por un solo plato. Quizá el risotto, los capirotes de langostinos o unos jugosos pinchos morunos. Todo delicioso. Deja sitio para el postre, delicados pasteles árabes con una espuma de té moruno. Casi ná. De beber, no he podido probar sus vinos, pero tiene una cara de cervezas muy extensa. Sí, también artesanas.
De precio poco puedo opinar porque ha sido una invitación, pero de calidad anda sobrado. Agradezco mucho que el chef salga a explicar su plato. Se notaba su pasión y el amor que pone en cada receta.
Buen sitio para tapear a un precio razonable. Ambiente informal. Servicio correcto. Las lagrimitas de pollo, todo un descubrimiento, parece una trampantojo. Buen sitio
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