Un restaurante que se sale de lo común, pues cuenta con unas encantadoras cuevas, donde poder tomar un aperitivo y si tienes suerte poder comer o cenar... si tienes que subir a alguno de sus salones, el sitio engaña a simple vista y es más grande de lo esperado, tienes asegurado el buen ambiente y el especial y cariñoso trato tanto del dueño y gerente Jesús, como de todos y cada uno de los camareros y camareras... si a eso le sumas que la comida es deliciosa, sales con el estómago lleno y el espíritu pleno de satisfacción... os doy un 10 y por supuesto que volveré muchas más veces.... importante... su maravillosa tarta de queso...
Lugar pintoresco y acogedor, las cuevas son dignas de visitar. El personal muy atento y Jesús, el propietario, quiere, cuida y mima su negocio y se nota en el trato a los clientes y su dedicación.
La comida en general está muy buena, con productos de la zona. Mención especial para la parrilla, a la vista en uno de los salones principales, todo lo que sale de ella está estupendo.
Muy recomendable.
He estado dos veces, las dos hemos pedido el menu recomendado, la comida muy buena y abundante, no te quedas con hambre. El cochinillo muy bueno, crujiente y jugoso.
El sitio es ideal para celebrar algún evento, abajo tiene una antigua bodega en una cueva muy bonita, no te vayas sin verla. Ofrece servicio de animadora para niños después de comer para entretenerlos mientras los mayores terminan con la sobremesa.
El servicio muy atento y amable.
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