Estación limpia y ordenada. Falta información y carteles para ubicarse, hay pocos asientos para la espera. El lugar tiene Wifi que funciona súper bien y hay lugar para comer antes de tu viaje
Tengo recuerdos de cuando era más pequeña de esta estación, que había montones de tortugas, está muy bien en la actualidad
Dejó de llover y vi la última luz del sol sobre los árboles y los edificios de la Castellana, una luz muy fría que destellaba contra el pálido azul en lo más alto del edificio de correos, donde ondeaba Una bandera que siguió pareciéndome intrusa y enemiga, recién plantada allí por los usurpadores, Cada vez que volvía a Madrid era como si perdiese la piel de indiferencia y olvido que el tiempo había agregado a la memoria, y todas las cosas me herían como recién sucedidas, la misma luz del pasado, los raíles de los tranvías brillando después de la lluvia sobre el adoquinado, la estatua blanca de Cibeles, no tapiada, no sepultada bajo muros de ladrillo y sacos terreros. Y al final los rumorosos árboles del paseo del Prado y las verjas del Botánico, el hotel que ahora se llamaba Nacional, la encrucijada plana donde emergía del horizonte como un pináculo de cristal y de hierro la estación de Atocha, su forma tan extraña, como enterrada o sumergida a medias, la miseria movediza y sombría de sus proximidades.
Antonio Muñoz Molina.
Beltenebros
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