Buscando un sitio para comer un botillo tuvimos la suerte de encontrar este. Servicio súper rápido, agradable y atento y la comida deliciosa. El local encantador. Los postres muy ricos también. Recomiendo reservar mesa y si vas a comer botillo dilo también que luego el olorcito crea envidias. Además el precio ajustado.
Fue una bonita casualidad. No nos queríamos ir de León sin probar alguno de sus manjares típicos, así se nos cruzó “Prada a tope” en nuestro camino. Nos dejamos recomendar por Beatriz (más maja que las pesetas) y probamos la tortilla guisada y el botillo; para chuparse los dedos. También me conquistó que desde la barra, un señor barbudo, desprendía buen rollo a raudales; cantando algún estribillo mítico de “misa”… cosa que yo hago también cuando estoy en total armonía y felicidad. Mis dieses.
Una pena que reservamos el día anterior y no pudimos ya reservar para la visita de la bodega.
Sinembargo, tanto el salón comedor, como el servicio, como la comida, absolutamente de 10.
Las croquetas de cecina son para llorar. Y la carne espectacular. También el famoso botillo. Pero me quedaría con las croquetas de cecina...
Ay! Y me olvidaba de la leche frita...
Desde luego, un lugar para visitar y si se tiene la ocasión, para hospedarse.
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