Estuve el 28 de Julio, cogí una habitación porque al día siguiente tenía una boda y el trato ha sido exquisito y muy amable, todo estaba muy limpio, tenía previsto quedarme medio día más pero al final me fui antes y salió de ellos hacerme la devolución del medio día que no había consumido, yo he quedado encantada con el sitio.
La recepcionista muy amable.
Fuimos 5 amigos a cenar y la verdad es k nos fuimos muy contentos. Pedimos un combinado de mariscos, unas croquetas, unos pimientos de padrón y despues de segundo yo compartí con una de mis amigas lubina salvaje. Las croquetas caseras son de jamón y se agradece k se le noten los trocitos de jamón. El combinado de mariscos tb muy rico, aunque si se pide como único entrante se queda corto para 5, sería para 2, llevaba zamburiñas, navajas, langostinos y almejas. Y lo mejor la lubina salvaje, da perfectamente para 2 personas y estaba exquisita y m pareció k estaba muy bien de precio. Los demás pidieron carne, pluma ibérica y croca al punto, que tb dijeron k estaba muy rica y k se la sirvieron al punto perfecto. Los postres son caseros, yo m pedí la tarta d queso al horno y estaba buena. Nos atendió la dueña, una chica súper maja, siempre pendiente de k todo estuviera bien. Llevan 2 meses, ojalá les vaya muy bien. A mi m gustó mucho, lo recomiendo y seguro k volveré más veces.
Sin duda alguna alojarnos en Casa Ruliña ha sido un regalo en el Camino de Santiago. El trato de Xuso (el dueño) y de María ha sido extraordinario desde que llegamos. Gente muy amable y atenta con nosotros, nos sentimos como en casa. La comida es espectacularmente buena con precios muy ajustados.
Se agradece tener un sitio agradable donde comer y tomarte una cerveza en el mismo alojamiento. Además, las habitaciones super limpias y las camas muy cómodas, lo que se agradece haciendo el Camino.
Nota: Aprovechamos para ir a un Spa a 10min andando. Un lujo y un respiro en el Camino sin duda.
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