La comida está buena, tienen opciones ricas adaptadas al gusto occidental. La comida tardó bastante en venir, pero el servicio fue muy amable. Relación caldiad-precio algo elevada.
Había ido hace mucho tiempo (varios años) y me pareció sin más. Ni fú ni fa. Pero ahora he vuelto y me ha parecido uno de los mejores asiáticos, es fusión japonés-coreano, de la ciudad. Me sorprendió muy gratamente.
Antes que anda decir que no es un restaurante de lujo, ni mucho menos. Pero la comida está muy rica y las raciones son enormes. El servicio es fabuloso. Y la relación calidad-precio no está nada mal (unos 20-25€ persona).
Pedimos tempura variada, muy buena y para nada grasienta. Unas gyozas, también deliciosas. Unos nigiris de atún, que era de muy buena calidad. El pollo frito coreano, mitad dulce mitad picante, que nos encantó (más el picante). Y el bulgoki, que estaba de muerte, pero ya estábamos llenísimos y nos costó terminarlo.
Lo peor, y por lo que le pongo un 4 y no un 5, quizás fue que el último plato tardaron bastante en traerlo y, como digo, nos costó terminarlo porque ya se nos había medio cerrado el estómago.
Como punto a mejorar también destacaría el vino blanco por copas, que era bastante mediocre. Y que no tenían datáfono. Había que pagar en efectivo o por bizum (supongo que era un problema momentáneo y que lo solucionarán).
Pero por lo demás muy bien, volveremos sin dudarlo.
Aunque preparan principalmente cocina coreana -los dueños son de ahí-, también tienen algo de la gastronomía japonesa. Nos gustaron la gyozas y unos burritos que se hacían con hojas de lechuga. Las algóndigas coreanas sin embargo, a pesar de estar buenas, eran más bien minihamburguesas, pensábamos que iba a ser otra cosa.
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