Después de ver el Museo, que puedo decir que es de lo más bonito que he visto tanto el edificio como las piezas expuestas y cómo están colocadas y realzadas, hemos tomado un café en la cafetería. Cuando entras quedas maravillado por las cristaleras de colores. El servicio muy atento. De las cafeterías más bonitas en las q he esado.
Me gustó mucho su arquitectura, no así las exposiciones.
Café situado en el interior del museo. Tomamos unos refrescos y unos cafés muy correctos. Lo mejor la decoración, acorde con el museo que lo acoje.
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