Hemos cenado aquí una noche. La verdad que el local tiene cierto encanto y lo mejor es, sin duda, su relación calidad-precio. Nosotros compartimos una tabla mixta de queso de ña isla y fe embutidos típicos y estaba todo muy rico; además la ración era más que generosa. Se hecha de menos alguna opcion más de vino por copa.
El ambiente del local era precioso y muy acogedor; estaba muy bien decorado ✨
El servicio fue muy bueno también y la camarera que nos atendió, muy agradable y atenta ☺️
La comida estaba muy buena, aunque hubo algún plato como el milhoja de pato y calabaza que nos decepcionó un poco porque esperábamos más sabor 😅
Eso sí, la presentación impecable, una verdadera obra de arte 🎨
En cuánto a la relación calidad-precio, me pareció algo caro, pero disfrutamos mucho y al final pagamos con gusto 🥰
Lugar particular dentro del entorno en el que está ubicado.
Si se espera encontrar la cocina clásica mejor que se huya, esencialmente hay mil sitios alrededor para eso.
El establecimiento presenta una cocina de autor con productos de cultivo propio en la mayoría de casos(verduras), que dan un factor diferencial a los platos.
La carta no es muy extensa, a diferencia de la bodega, pero está trabajada.
El acceso es para todos los públicos y los precios aparecen bien expuestos, tanto en una pizarra como en la carta. Como detalle significativo destacaría que no hay una mesa igual a otra, ya que todas son rescatadas y restauradas.
El personal es correcto, tanto en amabilidad como en servicio.
El único pero que destacaría a criterio mío, es la justa iluminación, pero también forma parte del encanto del establecimiento.
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