Buena experiencia en este local, muy conocido por sus perritos y sus bravas. Puedes elegir perritos con diferentes salsas (alioli, ketchup, mostaza, salsa brava), y te los preparan al momento; pedimos además salsa más picante y nos pusieron una Chimay, que hacía tiempo que no probaba, un detalle. Las patatas bravas estaban riquisimas, con salsa casera hecha con base de caldo y no con tomate, como debe ser. Precios muy económicos además. Me gustó mucho. :)
Un local bastante pequeño con aire de negocio familiar. La carta no es super variada pero está bien. El plan ideal es pedir patatas bravas y cualquiera de las variantes de perrito caliente que ofrecen. Nosotros, además, probamos una tapa que consistía en una tortilla de queso y morcilla envuelto en un saquito, que al parecer había ganado un premio. Todo genial y a un precio muy económico, entramos en hora punta y, a pesar de lo abarrotado que estaba, conseguimos hacernos un hueco y cenar agusto.
Parece un bar de pueblo, viejuno, corrientón, en el centro de la ciudad. Esto, para algún cliente puede ser un demérito, pero para mi es un plus, pues nada mas entrar, hace que me sienta como en casa. Posiblemente sean familia los que atienden con corrección y presteza, bravas muy ricas, morcilla, en resumen, ideal para hacer una parada, tomarte una caña y un pincho, y seguir la ronda.
Otra cosa, par mi muy positiva, permiten la entrada de perros.
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