El entorno es protegido, y nada más entrar te das cuenta del porqué. Precioso paraje que te aleja de todo lo habitual, desconectas de todo. La comida espectacular, innovando en los platos y dejandonos con la boca abierta. No esperábamos esa calidad. Tienen una zona de siesta para depues de comer, en donde puedes descansar sentado o acostado y disfrutar de las vistas y el sonido de los pájaros y el agua. Es una gozada en todos los sentidos. El trato de 10, cercano, atentos y super amables. Zona de juegos para niños. Volveremos
Descubrimos este sitio por casualidad y no dudamos en reservar para ir a almorzar el Domingo.
Desde que entras te sientes como en casa, lugar cómodo y acogedor adaptado totalmente al medio en el que se encuentra y realzando su belleza.
El trato del personal es increíble, la verdad que no podría ser mejor, muy atentos y amables en todo momento y te explican un poco tanto del restaurante y la zona como de los productos locales usados en cada plato.
En cuanto a la comida, me quedo sin palabras, exquisito todo lo que probamos y con una presentación súper bonita y cuidada.
Comenzamos con unas croquetas de espinacas y tomate aliñado con polvo de tomate como entrantes. Las croquetas, a diferencia que en otros lugares, tenían una textura muy ligera y con muchísimo sabor a espinacas y, en cuanto al tomate, muy fresco y lleno de sabor.
Seguimos con dos principales individuales, un arroz de cochino negro y chorizo, que tenía un sabor espectacular y muy bien equilibrado, y arroz con verduras y setas.
Para finalizar, nos decidimos por un quesillo como postre y un helado artesano de fresa. El quesillo estaba espectacular, cremoso y con el dulzor justo. En cuanto al helado, se agredece encontrar helados así que te devuelven a tu infancia.
Acompañamos todo con un botella de vino semidulce y una cerveza 1906.
Relación calidad- precio, excelente.
Definitivamente es un sitio que nos ha sorprendido dejándonos maravillados con él, esperamos repetir pronto.
Comer bien en un entorno privilegiado, no se puede pedir más, de 30 a 35€ por persona, con varios entrantes, segundos, refrescos, cervezas y vino. Un trato amable y cercano y una cocina a la altura del paisaje. Mejor reservar antes.
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