Mi pareja y yo tuvimos la oportunidad de cenar en el restaurante Artabria la noche de San Valentín, y desde el primer momento quedamos impresionados. Elegimos este lugar por las excelentes referencias que habíamos escuchado, y sin duda alguna, acertamos de pleno. Realizamos la reserva con más de una semana de antelación, lo cual resultó ser una decisión acertada, ya que el comedor estaba completamente lleno durante toda la velada.
El servicio fue excepcional, rápido y atento en todo momento. En ningún momento tuvimos que esperar para ser atendidos, y cada uno de nuestros requerimientos fue atendido de manera diligente por el amable personal.
Decidimos comenzar con dos raciones compartidas de entrantes, una exquisita tempura de pulpo y unas deliciosas cestillas crujientes, que fueron presentadas en platos individuales, un detalle que apreciamos enormemente. Ambas opciones superaron nuestras expectativas, con porciones generosas que nos dejaron completamente satisfechos.
Continuamos con nuestros platos principales: mi pareja disfrutó de un exquisito rape con langostinos, mientras que yo saboreaba un delicioso bacalao con arroz de zamburiñas. Ambos platos estaban preparados a la perfección y rebosaban de sabor, aunque lamentablemente no pudimos terminarlos debido a lo llenos que estábamos. Aun así, decidimos complementar nuestra experiencia con un espectacular bombón XL de postre, que fue el broche perfecto para una cena memorable.
El precio total de la cena rondó los ochenta euros, una inversión que consideramos totalmente válida dada la calidad de la comida y el servicio ofrecidos.
En conclusión, el restaurante Artabria es una opción totalmente recomendable para ocasiones especiales. Sin duda, volveremos en el futuro para seguir deleitándonos con su exquisita gastronomía y su excelente atención al cliente.
Cocina tradicional de elevada calidad, pues se nota la opción por una materia prima de calidad, bien reflejada en el plato. Decorativamente, nada ha cambiado en años, pero la limpieza del local es obvia, por lo que cambiar la imagen, o evolucionarla un poco, quizás sea innecesario. Desde el aperitivo de la casa al primer entrante elegido, un salpicón de buey, rape y langostinos - de toda la vida - de calidad y sabor perceptibles e innegables, pasando por los deliciosos bombones d foie con frambuesa, ideales para untar sobre una fina oblea o el pan tradicional servido, así como la generosa cestilla hojaldrada crujiente y rellena de zamburiñas con crema de nécoras, todo estuvo a gran altura, de sobresaliente. Lo "regamos" con un Vilarnau Brut Nature, cuyas últimas gotas acompañaron la tarta de chocolate de postre.
No era mi primera vez aquí y todas fueron geniales. La comida de 10, todo buenísimo. De esta vuelta probamos el menú degustación que cuesta 36€ y la relación calidad precio es inmejorable. La merluza y la torrija fueron mis favoritos pero los otros estaban riquísimos también.
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