A ver, si te gusta lo verdaderamente añejo, comida casera y la amabilidad del dueño, es tu sitio. El ambiente no es para todos los gustos, pues te transporta a los años 80 en muchos sentidos, algo que removió muchos sentimientos de mi infancia, pero entiendo que no sea para todos los gustos, sobretodo el wc. Pero más alla de eso, hay cercanía con el dueño, amabilidad y hospitalidad gallega, y al menos la comida que pedimos estaba riquísima. Cierto es que su interior no es como el de multitud de los locales que puedes encontrar en La Coruña, pero también es cierto que la experiencia también va a ser diferente, en nuestro caso, para bien. Entrad y no juzgueis un regalo por su envoltorio. Trato humano excelente.
Ya he ido dos veces con mi pareja y siempre había un ambiente tranquilo. La comida es casera y muy rica y la atención maravillosa.
Casa Andrés no es para cualquiera. Si lo aborreces, te entiendo. Si lo adoras, te entiendo más aún.
Traspasar la puerta es viajar a los años 70-80. ¿Intencionado? Claro. ¿Impostado, artificial, pretencioso? En absoluto.
Las cañas, muy bien tiradas y la comida, exquisita. Rapidez en la cocina y en la barra.
Mención aparte: la atención. Los dueños no sólo son muy amables, además saben medir los tiempos para no agobiar, tienen un criterio personal sobre la atención al cliente que sólo da el recorrido y el bagaje. Los precios, más que razonables.
Una isla rodeada de locales convencionales fácil de encontrar: tiene su clientela, pero siempre vas a encontrar un sitio. Si lo ves, entra y juzga por ti mismo/a: siempre encontrarás justo tu veredicto.
Sólo un pero: no hay Mahou.
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