Excelente. Los platos súper abundantes. Comida casera y muy bien de precio. Hemos quedado muy llenos que no nos ha entrado el postre, es la única pega, pero claro, una pega positiva, porque los platos eran tan abundantes que vamos, una pasada. El camarero muy amable. No sirven en terraza, es lo único malo, por lo que no hemos podido venir con nuestro perrhijo. Por lo demás, un sitio muy recomendable
Raquel Guerra gonzalez
+5
Nos alojamos en la posada del Alba y nos recomendó cenar en la corralada y fue todo un acierto tres cenas hicimos comida casera raciones enormes sabor de la tierra , si queda de paso es un acierto ir porque son muy agradables y la comida es espectacular. Última cena probamos el Cachopo y vaya si que estaba bueno. Postres deliciosos y la sidra increíble . Se come muy bien vale la pena ir 100% recomendable . A nuestra hija la mimaban mucho!! ojalá podamos volver .una gran cocinera y el señor/ hijo muy agradable .
El personal es súper amable. Las raciones abundantes y además muy ricas. De los postres no tengo muy claro. Tomamos chipirones, ensalada la corralada y los escalopines. Lo cierto es que muy rico. Además, como extra, cuenta con aparcamiento gratuito propio del restaurante. Recomendable y volveré seguro!
Cerraban la cocina a las 23h, acudimos a las 22:45h y nos atendieron igualmente muy amablemente. Ambiente familiar muy agradable, trato muy amable y eficiente. Las raciones son muy generosas y se nota que el producto es de calidad. Pedimos los chipirones a la plancha y las verdinas con marisco, todo muy bueno, y a destacar la tarta de queso. Volveremos.
Muy bueno. Comida casera como dicen por ahí...en medio de la nada. Mucha cantidad pero te van a aconsejar ellos para no liarla. Con un cachopo comen 4 o 5 pax. La fabada muy rica. Los precios muy ajustados. El trato estupendo. Volveremos seguro.
Fuimos a visitar el mirador del fito y después buscamos un restaurante para comer bien. Al ver las buenas reseñas llamamos para reservar y fuimos. Es una maravilla de restaurante donde puedes disfrutar de un ambiente realmente rural alejado de todo y con una comida espectacular. El servicio muy amable y cercano. Pedimos una ración de cabrito y ensalada mixta para 2 puesto que las raciones son muy grandes. El cabrito se deshace en la boca y la salsa era espectacular. De postre la tarta de la nieta que estaba muy rica. Espero volver algún día para probar el cachopo.
Me recomendaron este restaurante y, además de lo bien que comimos, descubrimos Alea, un pueblo precioso. Fuimos sin reserva y si que nos dijeron que algunos platos se tenían que encargar, pero aún así conseguimos comernos una fabada que estaba riquísima y un cabritu del cual la carne se separaba del hueso nada más lo cogías del plato. De postre, tarta de la nieta, de 10. Cristina tiene una mano espectacular y Valentín, tanto padre como hijo, son un encanto. Además nos recomendaron ir a un canelón de agua (10min caminando) donde ir a reposar todo lo que habíamos comido, que no fue poco!
Nos pusieron la comida que nos sobró en un tupper sin problema.
Sitio en un excelente lugar para admirar las vistas de las montañas, además está en un pueblo de tan solo 42 habitantes (muy bonito). La comida es de la zona, y en especial el cachopo y la carrillada están espectacular y tampoco te puedes ir sin probar la tarta de queso y de la nieta. La atención muy buena gente muy agradable. Lo recomiendo muchísimo.
Daniel Astudillo Sánchez
+5
Cocina de casa, sabores muy bien conseguidos, toda una sorpresa. Desde luego volveremos. En medio de la nada, en una pequeña localidad, ellos majísimos, y la comida inmejorable. Las verdinas con marisco con un caldo de muchísima profundidad y la verdina muy untuosa, y el cabritu para llorar, jugoso, sabroso, en su punto, patatas perfectamente fritas y naturales y un jugo para acabar con todo el pan de asturias. Muy recomendable.
Un lugar para perderse, buscamos cerca sitios para comer. Tomamos Fabes y Verdines con marisco y de segundo cachopo, para compartir "Una locura"de bueno, no pudimos con todo y nos empaquetaron la mitad para llevar, postres de la casa, tarta de queso y de la nieta y por supuesto café con SACARINA, porque nos cuidamos, jejeje. Los Valentines "Vale y Tin" como los diferencian su familia, nos hicieron sentirnos como conocidos de toda la vida. Un lugar sin duda para repetir y al cual merece la pena pasar y disfrutar de todo un poco. Por supuesto agradecer el buen hacer de Cristina al mando de los fogones....Volveremos 😉
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